Un motero en la Toscana

MIQUEL SILVESTRE 21/06/2008 El País

Todos tenemos un destino mítico en algún lugar de la imaginación. Siempre he fantaseado con la Toscana italiana, donde se crían los vinos más nobles y los pueblos guardan ecos de genios renacentistas. Lo elegí viendo en DVD la entrevista que le hicieron para TVE a un viejo y todavía lúcido Josep Pla allá por 1976. El sabio ampurdanés habló de la Toscana como si de entre los paisajes del mundo sólo ése valiera la pena ser salvado.

El día de la fuga llegó el 14 de abril. Salí hacia Barcelona con la BMW GS 1200 para embarcar rumbo Civitavecchia (cerca de Roma). La navegación es cómoda. Al día siguiente llegamos a una Italia verdísima. Sigo la Via Aurelia en dirección a Pisa. Paro en Orbetello, pueblo entre dos lagunas al sur de la Toscana. En un bar pido espresso, focaccia (pan tipo pizza) y cerveza. Cinco euros. La comida reconforta y el viaje empieza bien.

Veinte kilómetros más allá salgo de la autovía para comenzar la sucesión infinita de reviradas carreteras entre cipreses, viñas y olivos. El sol declina y la tarde se presenta con un esplendor insultante. Estos atardeceres serán una constante que ya no me abandonará. Llego a buen ritmo hasta Massa Maritima, pueblo montañoso del interior. La subida es una pendiente pronunciada de suaves curvas.

En la pequeña localidad hay un Duomo con su torre espigada. Enfrente está I Tre Archi, pizzería con mesas en la calle donde una margarita cuesta cuatro euros y medio. Es apetecible, pero la noche es fría, así que bajo un poco más y ceno a lo grande en la Taverna del Vecchio Borgo, un establecimiento pintoresco y genuino. El menú por 27 euros es sencillamente espectacular, y la carta de vinos, muy completa.

El día se levanta nublado, pero el paisaje no pierde un ápice de su belleza primigenia. Parece que esta gente viva en el fondo de un cuadro de Giotto. Los verdes, ocres, dorados y malvas que salpican las colinas embriagan más que sus vinos. La carretera se torna agreste y serrana hasta Castelnuovo.

A partir de Larderello, el paisaje se amansa en prados verdes y suaves ondulaciones. La subida a Volterra, tierra de alabastro, se empina. La carretera es magnífica, el asfalto está en buen estado y las curvas son pronunciadas pero amplias. Pronto me doy cuenta de la buena opción que es viajar en motocicleta; no sólo porque las carreteras sean estrechas, bellas y retorcidas, es que en los cascos antiguos de estas ciudades medievales no dejan circular a los no residentes, pero las motos gozan de cierta tolerancia: con ellas se puede llegar hasta su mismo corazón.
Amables y altivos

De Volterra en adelante, las vistas son sublimes. Definitivamente, esto es lo que he venido a buscar. Castillos, mansiones de piedra, monasterios, caminos bordeados de cipreses, vides deslizándose colina abajo, olivos orgullosos, paisanos amables y altivos... Los arrabales de Castelfiorentino son industriales, aunque su parte alta, donde está el castillo, tiene un encanto algo canalla y abandonado con sus callejones, sus coladas tendidas entre las casas, sus hombres en camiseta y su olor a trattoria.

La ruta hasta Empoli empeora; es una zona muy poblada y el peso de la humanidad se nota. El contraste de las construcciones modernas con la belleza renacentista anterior resulta molesto, como el zumbido de un insecto. Pasada Empoli, la cosa da un vuelco una vez se atraviesa Vinci, el pueblo de Leonardo. La carretera de montaña es ideal para apretar en las curvas. Pistoia es una ciudad grande, pero la dejo a la derecha y subo hasta San Felice y Piteccio, dos pueblos de enorme encanto.

Florencia está llena de museos y monumentos, pero el arte que más me gusta es el de la calle, lejos de las hordas de japoneses. De la capital de la Toscana está casi todo en las guías, pero encontré un hotel escondido y no muy caro: Relais Uffizi, con magníficas vistas a la Piazza de la Signoria. Comí en la Terraza del Príncipe, desde donde se puede ver el reverso de las vistas más famosas de la ciudad: el mirador del Palazzo Pitti, del que le separa una colina tan bella que sería perfecta para una pintura.

La región del Chianti: donde los ricos americanos están comprando villas sin parar. El escenario de cipreses, masías y pueblecitos de piedra es tan bello que parece un decorado; uno duda que semejante inmensidad pueda ser cierta; la vista se pierde entre valles y montes sin que se le vea límite a la grandiosidad.

De Castellina in Chianti a Montalcino se pasa por Siena para coger el camino a Buonconvento. El valle del Orcia se extiende ante la vista, y la emoción sobrecoge. Tras unos kilómetros por caminos sinuosos diviso Montalcino, perfecta mole medieval en su cúspide de roca. La ciudad vive en torno al vino; de aquí sale el famoso Brunello de Montalcino, el caldo más caro de la zona.

Ahora sé que al menos existe un sueño que resiste el embate de la realidad. Josep Pla lo supo ver hace cincuenta años. Seguro que la misma emoción descubrirá hoy cualquier otro viajero que se anime a visitar esta región afortunada.
GUÍA PRÁCTICA

Massa Maritima

- I Tre Archi (0039 0566 90 22 74). Piazza Garibaldi. Unos 15 euros.

- Taverna del Vecchio Borgo

(0039 0566 90 39 50). Via Norma Parenti, 12. Entre 30 y 35 euros.

Florencia

- Relais Uffizi (0039 055 26 76 239; www.relaisuffizi.it). Chiasso del Buco, 16. Habitación doble, desde 140 euros.

- Terrazza del Principe (0039 055 22 41 04). Niccolò Machiavelli, 10. Unos 40.

Montalcino

- Osteria di Porta al Cassero (0039 0577 84 71 96). Via Delle Libertá, 9. Alrededor de 20 euros.

Información

- www.turismo.toscana.it.

- www.firenzeturismo.it.

Ideario de la cope

EL PAÍS - Madrid - 20/06/2008

El ideario de la Cope fue aprobado por el pleno de la Conferencia Episcopal en el año 1991. Éstos son sus principales contenidos:

- Confesional. "La cadena se considera a sí misma como confesionalmente católica y se sitúa, de partida, en el marco de los fines generales de la Iglesia y, más en concreto, de su presencia evangelizadora en el ámbito de la opinión pública".

- Servicio a la verdad. "Tanto en sus servicios informativos como en los programas de debate y opinión, los profesionales de la Cope comprobarán con rigor la verdad de los hechos y la fiabilidad de sus fuentes noticiosas, aun dentro del apresuramiento que impone la celeridad de la radio".

- Respeto. "En la expresión de opiniones propias y ajenas, la Cope observará como regla de estilo el respeto a las personas y el diálogo civilizado, rehuyendo el apasionamiento unilateral y la crítica sistemática".

- Partidismo. "En el tratamiento de los temas ideológicos y políticos ejercerá la libertad constitucional de información y de expresión, con sentido de la responsabilidad y criterios de independencia, sin involucrar a la Cadena ni a ninguno de sus espacios en opciones partidarias".

- Cargos. "La aceptación de un cargo de índole redaccional implica también la asunción por el interesado de los compromisos morales y profesionales exigidos por el Ideario. El menosprecio, la hostilidad, la incongruencia profesional y el silencio sistemático o reiterado sobre los mismos, cuestionarían, en principio, su permanencia en el servicio".

- España diversa. "La Cope, sin perder unidad de mensaje ni anchura de horizontes, tendrá esmeradamente en cuenta la singularidad de los pueblos de España; se identificará con sus mejores aspiraciones, promoverá su cultura, estará atenta a su sensibilidad diferenciada".

- Altavoz, no portavoz. "La Cope no representa ni oficial ni oficiosamente, salvo cuando se hiciera constar en algún caso, a la autoridad jerárquica de la Iglesia. No es su portavoz, pero eso no quita, sino favorece, el que haya de ser altavoz de las enseñanzas y directrices de los pastores y del dinamismo de la vida eclesial. La Cope asume con gusto y con honra ese cometido".

Hostales en madrid

1 ARMESTO

Es una de esas pequeñas joyas del barrio de las Letras, ideal para visitar el paseo del arte, reforzado ahora con CaixaForum. Tranquilo, comedido -su condición de pensión la reduce a ocho estancias, dobles o triples- y perfecto candidato a revista de decoración, en un edificio señorial sin ascensor y con vistas a la mansión de unos marqueses. Otro ejemplo de la alta demanda hostelera en la zona, a precios competitivos.

- San Agustín, 6. 914 29 90 31; www.hostalarmesto.com. Doble, 50 euros; triple, 65.
2 AMÉRICA

Un cuadro costumbrista y un jarrón con flores de pego dan la bienvenida a este hostal situado en un ático, que dispone de un extra bizarro y privilegiado en pleno centro: una espléndida terraza común con vistas a las cubiertas de teja, donde poder tomarse un café de máquina para desayunar o una copa entrada la noche. Sus fuertes son el turismo nacional, los consistentes colchones de sus 20 habitaciones pintadas a gotelé y el joven y afable heredero de este clásico negocio familiar, en una calle comercial.

- Hortaleza, 19, 4º y 5º. 915 22 64 48; www.hostalamerica.net (precios no actualizados). Habitación doble, 55 euros; individual, 40; triple, 75.
3 SANTO DOMINGO

Los amantes de las tendencias entenderán mejor este concepto de alojamiento sensorial y urbano, que sigue la estela abierta por el hotel Abalú o Chic & Basic Colors. Puede que hasta hagan la vista gorda a su portal decadente o al aparatosísimo ascensor en pro del modernismo más in, basado en almohadas de plumas, duchas de hidromasaje, televisores de plasma, conexión wi-fi o el meeting point: un rincón con revistas de moda y tele con CNN puesta. Junto a Callao, en una plaza que hoy olvida su oscuro pasado. La idea es de Juan Fernández, propietario, inquilino y ex consultor metido a hostelero cool.

- Luna, 6. 915 31 32 90; www.hostalsantodomingo.es. Doble, desde 80 euros; individual, 60.
4 ANALINA ROOMS

Sus dueños, una saga de artesanos churreros y hoy empresarios, han visto en la hospedería una fórmula para diversificarse. Esta vez, reproduciendo la esencia de un hotel minimalista en un moderno hostal con camas de tejidos inmaculados. Las camas no son de matrimonio, ni siquiera las de las luminosas estancias con balcón sobre una sosegada calle, que podrían resultar hasta románticas. Junto a la rehabilitada plaza de Tirso de Molina, la cita del desayuno (incluido en el precio) lleva a una chocolatería corporativa vecina.

- Espada, 6, 1º. 913 69 19 14; www.analinarooms.com. Doble, 65 euros; individual, 50; triple, 85.
5 COLORS HOST

Utiliza todo el círculo cromático en sus cuartos, cada uno de un color. Los edredones no se planchan, y esta peculiaridad es sólo comparable a otras constantes de la casa: minibares vacíos que son neveras, armarios de Ikea, baños de teselas, toallas multicolor y conexión a Internet y desayuno (a tres euros) las 24 horas. Miguel Poch es el daltónico dueño argentino de esta propuesta de Chueca, abiertamente gayfriendly.

- Fuencarral, 39, 3º y 4º. 915 21 46 46; www.colorshost.com. Doble, desde 45 euros; individual, 40.
6 ANDORRA

Su fachada es una más en el poderoso escenario de la Gran Vía madrileña. De hecho, la gran sala de estar con wi-fi permite vistas de vértigo. Recuerda a un hotel, espacioso y con moqueta. Pero su condición de hostal remite al WC comunitario en las dos habitaciones con mejores panorámicas. Las demás, con baño completo aunque mínimo, dan a una calle menor o a un patio. Sirve desayuno, y tentempiés, el resto del día.

- Gran Vía, 33, 7º. 915 32 31 16; www.hostalandorra.com. Habitación doble, 62 euros; la individual, 47 euros.
7 SANTA CRUZ

Junto a la plaza Mayor y cerca del barrio de La Latina, se vuelca sobre la plaza de Santa Cruz. Es de los pocos que admiten mascotas, y combina el clasicismo de su salón con novedades de su reciente reforma, como las llaves de tarjeta magnética.

- Plaza Santa Cruz, 6, 2º. 915 22 24 41; www.hostalsantacruz.com. Doble, 55 euros; individual, 43.
8 ADRIÁ SANTA ANA

Un premio empresarial reconocía en 2007 la triple apuesta del argentino Alberto di Stéfano en Huertas. El hostal Adriano (de 2000), Adriá (2003) y esta planta con apenas un año de vida, en un edificio próximo, sin ascensor. Sus 10 finos cuartos son temáticos: rural, francés, neoyorquino... Dobles, triples o cuádruples. Aunque más sofisticados, siguen la línea de sus antecesores, a base de dobles ventanas contra el ruido, toallas y geles con logotipo corporativo y edredones en lugar de sábanas.

- Núñez de Arce, 15. 915 21 13 39; www.hostaladriasantaana.com. Doble, desde 70 euros; triple, 90; cuádruple, 110. Adriá y Adriano: calle de la Cruz, 26, 4º. www.hostaladria.com y www.hostaladriano.com. Doble, 65 euros; doble de uso individual, 53.
9 LA FONTANA

Su majestuoso portal de mármol contrasta con la estética callejera de los vecinos sex-shops. Lo reformó una pareja de italo-argentinos, que prosiguió con un hostal de cálidos cuartos y laberínticos pasillos con cortinajes y espejos. Algunos dan a un neorromántico patio interior. Otros, más baratos, tienen baño comunitario. Con desayuno y sin teléfonos. Repite la fórmula -y el porcentaje de público gay (un 60%)- en Dolce Vita.

- Valverde, 6, 1º. 915 21 84 49; www.hostallafontana.com. Doble, desde 45 euros (baño exterior) y 55 (con baño); individual, 35 euros. Incluye desayuno. Dolce Vita: San Bartolomé, 4, 3º. www.hospedajedolcevita.com. Doble, desde 47 euros.
10 POP HOSTEL

Lo más peculiar es el aire caótico propio de su condición: un albergue juvenil. Literas sin sábanas (se alquilan por estancias), escasa ventilación y entorno ruidoso (está en Malasaña). Con todo, puntúa alto en las webs de mochileros. Cada cuarto (son 16), con baño propio, se dedica a un país. Con desayuno y las famosas pub crawls, rutas nocturnas de bares.

- Espíritu Santo, 18, 1º. 915 22 86 63; www.pophostel.com. Desde 18 euros por persona (habitaciones de 4, 6 o 10 camas) y 20 euros (2 camas).
UNA GUÍA MUY ÚTIL

MÁS allá del aire acondicionado, la caja fuerte o la televisión, hostales como los de Madrid centran su atención en las nuevas demandas de sus huéspedes. Las reservas vía web, las ventanas bien insonorizadas, la conexión inalámbrica a Internet o la admisión de tarjetas de pago son algunos servicios que se implantan en clara competencia a los de los hoteles. La nueva Guía de hostales de Madrid recoge algunas de estas prestaciones en su relación de 157 hostales, pensiones y casas de huéspedes. En Madrid hay unos 800 hostales, 600 de ellos concentrados en la capital. Cuentan con una media de entre 12 y 15 habitaciones y 17.000 camas, que suponen el 25% de la capacidad de alojamiento total de la comunidad. Su promedio de ocupación anual es del 70%. Bajo precio y buena ubicación son los requisitos más valorados por sus huéspedes.- Guía de hostales de Madrid (914 29 19 25. www.aehcam.org).

(visto en ElPaís, 14/06/08)

Exámenes de nivel, 6º primaria, madrid

No nos engañemos: esto lo pongo aquí por razones más o menos profesionales, pero a lo mejor a alguien le apetece saber qué nivel de conocimientos se espera en los niños de once años, y puede que incluso haya algún fanático de los programas de preguntas y respuestas que quiera ponerse a prueba. Lo que sigue son las pruebas de nivel que se pasan en la Comunidad de Madrid para los niños que acaban primaria.

Dictado.
Lectura y cultura.
Matemáticas.

En la barbería del Chiado

ENRIQUE VILA-MATAS 13/06/2008 (El País)

Es probable que toda la literatura de la edad moderna comenzara en el instante en que Montaigne inventó el ensayo, en el momento en que afirmó que escribía con la intención de conocerse a sí mismo. Desde que empezamos a "buscarnos a nosotros mismos", se puso en marcha una lenta pero progresiva desconfianza en las posibilidades del lenguaje y el temor a que éste nos arrastrara a zonas de profunda perplejidad. A principios del siglo pasado, la famosa carta ficticia en la que Hofmannsthal, en nombre de lord Chandos, renunciaba a la escritura antecedería a casos como el de Fernando Pessoa, que percibió muy pronto que la materia verbal no podía llegar a ser nunca una materia plenamente transparente y, consciente de esto, se fraccionó él mismo en una serie de personajes heterónimos: toda una estrategia para poder adaptarse a la imposibilidad de afirmarse como un sujeto indisoluble, compacto y perfectamente perfilado.

Paradójicamente, donde menos asoma la heteronimia en Pessoa es en Libro del desasosiego, el diario personal de Bernardo Soares, ayudante de tenedor de libros de contabilidad de la ciudad de Lisboa, autor ficticio del libro y heterónimo a medias solamente, porque, como decía el propio Pessoa, "no siendo mía la personalidad, es, no diferente de la mía, sino una simple mutilación de ella". Pessoa era Soares, y en cualquier caso era siempre el que entraba en la barbería del Chiado de la manera habitual, con la tranquilidad de hallarse en un lugar familiar, es decir, el que entraba con la calma que sólo obtenía de pisar lugares conocidos: "Tengo calma sólo donde ya he estado". Y era el mismo que, ya dentro de la barbería, hasta las cosas familiares las percibía con la extrañeza y vértigo de Soares, para quien el terror de la velocidad no necesitaba trenes expresos y, además, después escribía lo que había pensado en la barbería. Soares perdía la calma si se iba Pessoa, y Pessoa era el que, al salir Soares a las calles lentas del barrio, se recuperaba de sí mismo, y decía que amaba la calma del mundo. Y la gloria nocturna, decía Soares, de ser grande no siendo nada.

El Estado portugués lucha contra la dispersión del legado de Pessoa



El anuncio de una próxima subasta de una parte inédita de la obra de Fernando Pessoa (1888- 1935) en poder de la familia del poeta, ha provocado la reacción del Estado portugués, que trata de evitar que el legado del escritor acabe disperso en manos privadas y fuera del país. Para ello, la Biblioteca Nacional de Portugal mantiene conversaciones formales con los herederos del escritor para tratar de adquirir una serie de materiales, entre los que destaca el voluminoso dossier Crowley, que reúne toda la documentación sobre la relación que mantuvo Pessoa con el mago inglés Aleister Crowley (1875-1947), así como manuscritos y ejemplares de las revistas Orpheu, Contemporânea y Sudoeste que pertenecieron al creador de los heterónimos.

El diario Público desveló la noticia ayer, víspera de la conmemoración del 120º aniversario del nacimiento del poeta, que Portugal celebra hoy con diversos actos y la publicación de nuevos libros sobre Pessoa. La salida a subasta -por parte de la firma lisboeta Potasio 4- de un tercio del legado pessoano en manos de los herederos ha reabierto el viejo debate sobre el derecho y la capacidad del Estado de impedir la salida del país de bienes que pueden considerarse patrimonio cultural.

El valor del dossier Crowley es incalculable, y su posible venta ya ha despertado el interés de poderosos coleccionistas británicos y estadounidenses. La correspondencia que mantuvo Pessoa con el astrólogo y ocultista es voluminosa. A estos textos hay que añadir los centenares de páginas para una novela que nunca vio la luz, sobre el supuesto suicidio de Crowley, que llevaría por título

Boca del Infierno, el nombre de un acantilado cerca de Cascais donde el mar suele enfurecerse. Crowley realizó un viaje a Lisboa en 1930, y a finales de octubre se denunció su desaparición. Su pitillera fue encontrada en lo alto de la Boca del Infierno con una nota manuscrita, que parecía la despedida de un suicida. Todo resultó ser una farsa, pero la historia dejó un reguero de suposiciones sobre la relación que mantuvo Pessoa con el astrólogo inglés, que se convirtió en una figura de culto en algunas universidades de Gran Bretaña, Estados Unidos e Italia.

Según Jerónimo Pizarro, investigador colombiano que forma parte de un equipo que prepara una edición crítica de la obra de Pessoa, la subasta que se prepara para octubre próximo podría alcanzar precios astronómicos. Si las cifras se disparan es muy difícil que el Estado portugués pueda competir con los privados que acudirán al remate. El director de la Biblioteca Nacional, Jorge Couto, está negociando con los herederos algunas propuestas. La venta al Estado de todo el acervo de Pessoa está descartada, ya que sus sobrinos Manuel Nogueira y Miguel Rosa sólo están dispuestos a vender pieza a pieza. La familia se niega en redondo a hacer declaraciones. Sí ha hablado el propietario de la casa de subastas P4, Luis Trindade, que recientemente sacó a remate el manuscrito Indicios de Ouro y varios cuadernos de Mário de Sá-Carneiro, que estaban en poder de la familia de Pessoa. La Biblioteca Nacional pagó por toda esta obra 30.000 euros.

Inés Pedrosa, directora de la Casa Fernando Pessoa, considera que el Gobierno tiene la obligación de salvaguardar el patrimonio del poeta. Igual opinión tiene Perfecto Cuadrado, traductor de Libro del desasosiego editado por El Acantilado. "Sería bueno que todo el acervo pessoano estuviera junto. La dispersión dificultaría una edición seria del autor", subraya. Cuadrado coincide con Paulo Aragao, del gabinete jurídico de la Biblioteca Nacional, en el sentido de que hay que establecer mecanismos para que el patrimonio nacional se quede en el país. Según la ley orgánica portuguesa de 2007, la Biblioteca Nacional puede autorizar o impedir una transacción al extranjero de manuscritos con valor patrimonial.

FRANCESC RELEA - Lisboa - 13/06/2008. El País

Fernando Pessoa: el tesoro en el arca (vicent)

Antes de destruirse del todo, en la época en que tuvo un alcohol más sosegado, Fernando Pessoa se ganaba la vida como traductor de inglés en algunos despachos comerciales. Con un horario anárquico entraba y salía de las oficinas de Lavado y de Mayer, situadas en la Baixa de Lisboa, y allí tecleaba con una máquina anquilosada la correspondencia mercantil, original y copia, sin hablar con nadie, un oficio que le dejaba tiempo para escribir a lápiz fragmentos de poemas en la misma mesa de trabajo. Hay que imaginarlo con sombrero, pajarita muy rozada, bigote espeso, los lentes ovalados sin montura pinzados en la cepa de la nariz cruzando la Rua da Prata, hecho un dandy ya un poco descalabrado, en dirección al café A Brasileira, donde solía verse con otros escritores y periodistas bohemios, día y noche. Bebía con ellos. Hablaba de proyectos literarios nunca realizados y volvía al trabajo o se iba a la cama. Los camareros sabían los gustos de su hígado. Nada de whisky o de cerveza. Simplemente cazalla, el aguardiente duro que llega más directo al alma de los poetas para calentar sus sueños. En esta época, con 25 años, el café A Brasileira, la del Chiado o la del Rossio, era un eje de humo, que hacía girar una rueda dentada. "Animal, mamífero, placentario, megalómano, con rasgos dipsómanos, poeta, con vocación de escritor satírico, ciudadano universal, filósofo idealista. Soy un degenerado superior". Así se definía cuando estaba muy borracho.

Fernando Pessoa había nacido en Lisboa, en el n.º 4 del Largo de San Carlos, hoy Directorio, el 13 de junio de 1888, vástago de militares y jurisconsultos, mezcla de hidalgos y judíos, todos arruinados como manda la estética. Fue un niño mimado. Desde lo más hondo de la ebriedad el poeta siempre recordaría su infancia en Lisboa como un paraíso lleno de caricias maternales. Requerido igualmente por el amor de algunos virus pasó en la niñez algunos meses en cama y con ello probó también el dulce sabor de estar suavemente enfermo y esperar que venga tu madre a arroparte y darte siempre el beso de buenas noches. Allí en la cama el niño comenzó a hablar con personajes imaginarios que él se inventaba, mientras en la habitación del fondo se oían los gritos de su abuela Dionisia que estaba loca. Aquella dicha duró hasta que a los cinco años murió su padre y el paraíso fue invadido por un extraño. El comandante João Miguel Rosa, cónsul de Portugal en Durban, Natal, contrajo matrimonio por poderes con la viuda y mandó llamar a su esposa e hijastro a Suráfrica, donde el chico fue educado en el high school de esa ciudad e ingresó en la Universidad del Cabo de Buena Esperanza después de ganar a los 15 años el premio Reina Victoria de estilo en lengua inglesa. No tenía amigos. El adolescente Pessoa sólo hablaba con los personajes imaginarios, sus fieles compañeros, que se llevó de Lisboa, fantasmas dotados por él de carne y hueso.

Cuando después de diez años volvió a Portugal de vacaciones con la madre, el padrastro y varias hermanas que habían nacido en Suráfrica, Pessoa se trajo también a cuestas el complejo de Edipo que trató de sacudirse de encima sin llegar a conseguirlo nunca. "Soy un carácter femenino con una inteligencia masculina". La familia regresó a Durban y el joven se quedó en Lisboa a expensas de su tía Ana Luisa. Se matriculó en Filosofía. Entonces devoraba dos libros diarios. Hegel, Kant, Tennyson, Keats, Shelley. Se veía con sus amigos en A Brasileira tres veces al día a cualquier hora. Paseaba. Escribía los primeros poemas simbolistas. Bebía. Daba los consiguientes sablazos y la rueda dentada giraba. En la oficina había conocido a una mecanógrafa llamada Ofelia. Ensayó la forma de enamorase. Le escribía cartas obsesivas y tardó un año en lograr llevarla a pasear a orillas del Tajo, pero allí sentados miraban el curso del agua sin atreverse a rozarse siquiera la yema de los dedos. Cuando la chica, después de tantos suspiros, poemas y cartas, ya entregada, le requirió para casarse, su difusa homosexualidad lo dejó paralizado. "Amémonos tranquilamente, pensando que podríamos / si quisiéramos, cambiar besos y abrazos y caricias, / pero que más vale estar sentados uno junto al otro / oyendo correr el río y viéndolo /". Con el poeta Sa Carneiro, hijo de familia pudiente, imaginó hazañas editoriales. Nada. Mandaba algún poema, algún artículo a las revistas efímeras, El Águila, Renacença, Orpheu, que nacían llenas de entusiasmo y se desvanecían al tercer número. Mientras tanto, en papeles costrosos que guardaba en el bolsillo seguía escribiendo donde le pillara la inspiración, durante el trabajo en los despachos comerciales, al pie de la cazalla en el café, en un banco de la calle, en casa, de noche, de madrugada, siempre, a cualquier hora. Luego metía esos papeles en un arca forrada de terciopelo raído como el náufrago que arroja una botella al mar.

Pessoa había llamado en su ayuda a unos seres imaginarios, herederos de aquellos con los que él hablaba a solas en la infancia. Han sido llamados heterónimos. Se expresaría a través de ellos para enmascararse, como había utilizado el inglés de sus primeros poemas para atacar desde la anarquía juvenil todas las instituciones, la religión, el matrimonio y la patria. Alberto Caeiro sería el panteísta, el poeta de la naturaleza. Ricardo Reis haría de portador de todos los valores paganos, un contemplativo horaciano que veía pasar la vida con una elegante serenidad sabiendo que al final todo se disuelve en la nada. Álvaro de Campos sería el filósofo existencialista, a veces metafísico, destructivo y libre. En medio de estas tres proyecciones de su alma, a veces Pessoa asomaba la propia cabeza. Bebía y la volvía a amagar. Nunca abandonó Lisboa. Un viaje a Cascais en tranvía o a Sintra en un chevrolet imaginario donde recibió en el camino el beso volado de una niña que creía que era un príncipe el que pasaba.

Un buen día recibió la noticia de que su padrastro había muerto en Durban. El joven sintió que un grajo levantaba vuelo desde su nuca. Luego llegó a Lisboa la madre, convertida en una anciana de 58 años. En ese momento creyó de nuevo estar a salvo. Su madre y el poeta amigo Sa Carneiro eran las únicas fuerzas que aún le permitían reconocerse borracho en el espejo. Pero llegó el momento en que su madre murió y Sa Carneiro, que había huido a París, a los 26 años se pegó un tiro en la habitación del hotel. Sin ningún asa donde agarrarse Fernando Pessoa decidió suicidarse lentamente sin dejar nunca de ser un caballero con la bufanda cruzada en el pecho. Ni siquiera tenía hogar propio, siempre a merced de familiares o de fondas con olor a hervido de coliflor. Abandonó las tertulias con sus compañeros bohemios en la Brasileira, aunque siempre había alguien que le metía unos reales en el bolsillo del abrigo para una sopa caliente, pero al final sólo se alimentaba de cazalla. El café Martinho d'Arcade, bajo los soportales de la plaza del Comercio, era su nuevo abrevadero. Allí bebía ya en soledad mientras el arca de casa se iba llenando de papeles. Cuando soñaba aún con publicar su obra, proyecto siempre fracasado, en octubre de 1935 sufrió un cólico hepático. Le llevaron al hospital de San Luís de los Franceses. Entró en coma. El 30 de noviembre en un momento de lucidez dijo a la enfermera: "Dadme las gafas". Fueron sus últimas palabras.

Pasados algunos años, cuando ya había sido olvidado, alguien abrió el arca forrada de terciopelo y encontró el tesoro. En ese arca dormía uno de los más grandes poetas de la literatura universal, el anárquico, proteico, profundo, agnóstico, ocultista, metafísico, existencialista Fernando Pessoa.



MANUEL VICENT 14/06/2008